Presentamos a un Jesús, muerto, resucitado y glorificado como la única solución para el mundo y cada individuo.
Dios nos ama, pero, el pecado nos impide experimentar ese amor. El hombre solo no puede salvarse. Si el hombre era incapaz de llegar a Dios, Dios llegó al hombre. Cuando no había esperanza alguna de solución, entonces brilló una luz en medio de las tinieblas: Dios cumplió su promesa de salvación.
A pesar de todo lo que pasa y de nuestra inclinación al pecado, si hay una solución para el mundo y para cada hombre: se llama Jesús. En El, Dios cumple su promesa. Jesús mismo es la salvación.
Desde el momento mismo en que nuestros primeros padres pecaron, Dios nos prometió la salvación(Gen. 3,15).Jesús, descendiente de la mujer, aplasta la cabeza del enemigo; es el único que ha vencido a Satanás (Jn. 16,33).
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