Para entender bien los primeros capítulos del Génesis
Muchos encuentran serias dificultades en encarar la lectura de los relatos contenidos en Gen. 1-11; les resultan desconcertantes y hasta escandalosos. El progreso de los conocimientos científicos y la mentalidad racionalista del hombre moderno llevan a muchos a rechazar estos relatos como míticos, arcaicos y totalmente superados.
Para entender bien estos capítulos es necesario tener en cuenta que no pretenden darnos una explicación científica del origen del mundo y del hombre, sino una explicación religiosa: ante el hecho -que constata con sus propios ojos- de todo lo que existe, el autor sagrado simplemente afirma que todo eso ha tenido un comienzo absoluto y que ese comienzo se debe a la intervención libre y gratuita de Dios que ha hecho surgir con su sola palabra absolutamente todo lo que existe. Por tanto, el autor sagrado no entra a explicar el cómo han surgido las cosas -eso será precisamente la competencia de la ciencia-, sino que, iluminado por Dios, afirma desde la fe la verdad religiosa fundamental de que todo ha sido creado por Dios.
Para hacer esto, el autor sagrado no recurre a afirmaciones religiosas abstractas, que sus destinatarios no habrían entendido en absoluto; por el contrario, como buen catequista transmite esas verdades en un lenguaje sencillo y popular, cargado de imágenes, que resulta enormemente gráfico y expresivo. De ahí que tengamos que distinguir cuidadosamente lo que el autor sagrado dice de la forma en que lo dice; es decir, que hay que distinguir el contenido que se transmite del recipiente en que se transmite.
2.- Los relatos de la creación
Es sabido que el libro del Génesis comienza con dos relatos de la creación. El segundo de ellos (2, 4b-25), de un estilo vivo y colorista, es el que parece más antiguo. El primero (1, 1-24a) es de un estilo más austero y monótono; si está colocado en primer lugar es porque así se respeta el orden cronológico, ya que describe la creación del
Universo que culminará en la creación del hombre, mientras que el segundo relato se centra en la creación del hombre y continúa con la narración del pecado.
a) El primer relato (Gen. 1, 1-24a). Este texto, perteneciente a la tradición sacerdotal, fue redactado probablemente en el siglo VI antes de Cristo y con gran sobriedad presenta el hecho de la Creación dentro del esquema litúrgico de la semana. Subrayamos algunos detalles recogiendo el mensaje religioso contenido en ellos:
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